octubre 23, 2008

¿Alguna vez han sentido dentro de la cancha que el equipo funciona como uno solo? Afortunadamente yo sí y la verdad es que cuando sucedió, fue como si un acto de magia hubiese acontecido porque estábamos jugando al unisolo. ¿Será esto posible? ¿Tendrá una razón científica?
Esta fue una cuestión que aunque intentaba dilucidar con mi experiencia propia y los conocimientos previos o bien bagaje cultural obtenido a lo largo de mi vida, lo comprendí realmente al leer a mi nuevo Gurú: Senge.
En el libro de La Quinta Disciplina que he estado citando, hay un capítulo titulado “Aprendizaje en equipo”, en éste hace referencia a lo que un jugador de los Boston Celtics, Bill Rusell expone: “Por designio o por talento éramos un equipo de especialistas, y como cualquier equipo de especialistas nuestro desempeño dependía tanto de la experiencia individual como del buen trabajo conjunto. Ninguno de nosotros tenía que esforzarse para comprender que debíamos complementar las especialidades de los demás; era un hecho, y todos procurábamos una combinación más efectiva”.
Esa magia de la que pocas personas han sido testigos, se expresa por este autor como un movimiento conjunto de sinergia colectiva de la que tanto les he hablado, de la que tanto he tratado de infundirles; pero es más que un resultado, es un trabajo conjunto que no sólo requiere de ganas, sino de un proceso complejo de discusión y diálogo, un diálogo abierto y una discusión para discernir entre lo que deseamos, lo que es real y lo que no.
El diálogo es donde los individuos obtienen una comprensión que no se podría obtener individualmente; según David Bohm consiste en revelar la incoherencia de nuestro pensamiento. Estas incoherencias pueden ser:
• Donde el pensamiento niega que es participativo
• Donde éste deja de rastrear la realidad y simplemente continúa, como un programa
• Y, donde el pensamiento establece su propia pauta de referencia para resolver problemas, problemas que él mismo contribuyo a crear.
Paralelamente se me ocurre pensar en cuáles son los problemas que el propio pensamiento genera, y sin lugar a dudas mucho de éstos provienen de mapas mentales negativos fuertemente arraigados, también conocidos como creencias limitantes.
Según diversos estudios sobre qué es lo que limita a las personas para lograr sus metas –comentario ejecutado por Enrique Bores durante clase- son dos aspectos fundamentalmente: uno que lo que “queremos” no es realmente lo que deseamos y dos, nos limita pensar que no podemos. ¡Lo peor es que este pensamiento lo generamos nosotros mismo!
En fin, creo que me salí por un momento del tema, así que retomo, les decía que había dos procesos complejos y fundamentales para lograr éste, la discusión y el diálogo, donde éste último es la causa mediante la cual las personas aprender a observar sus propios pensamientos, pues es cuando se le cuestiona no sólo individualmente sino a través de otras personas que establecen un juicio crítico y tienen también perspectivas distintas.
En conclusión, para poder tener un aprendizaje en equipo se requiere que éste esté alineado, lo que se genera cuando un grupo de personas funciona como una totalidad. Igualmente, la característica fundamental de un equipo relativamente no alineado es el desperdicio de energía. Lo individuos pueden poner muchísimo empeño, pero sus esfuerzos no se traducen eficazmente en una labor de equipo.
Sin embargo, el aprendizaje en equipo según mi opinión se puede traducir también en que los individuos no sacrifican sus intereses personales a la visión de equipo, sino que la visión de compartida se transforma en una prolongación de sus visiones personales. El alineamiento- según Senge- es la condición necesaria para que la potencia del individuo infunda potencia al equipo.

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